2023: OPS: IMPLEMENTACIÓN DE MEDIDAS DE SEGURIDAD VIAL PRIORITARIAS EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

      Los siniestros viales son predecibles y evitables. Una gestión eficaz de la seguridad vial reduce el dolor de las pérdidas humanas, su efecto desintegrador sobre el tejido social y el impacto económico que generan los choques y las muertes por tránsito. Los recursos liberados pueden utilizarse para incrementar las condiciones de seguridad del tránsito y para el desarrollo de otras áreas prioritarias para los países. En cambio, si no se refuerzan los logros alcanzados hasta el momento, las lesiones causadas por el tránsito continuarán siendo una de las principales causas de muerte y discapacidad alrededor del mundo, sobre todo en los países de ingresos medianos y bajos.

      El enfoque integrado de sistemas seguros se basa en una serie de principios relacionados entre sí cuyo objetivo es abordar de manera holística las condiciones que conducen a las muertes viales. 
      El primer principio supone que las personas son falibles y cometen errores. En consecuencia, lejos de considerarlo una anomalía, el error humano debe ser incorporado dentro de los parámetros de diseño del sistema vial como un punto de partida en todas las iniciativas que tengan un impacto directo o indirecto en la seguridad. 

      El segundo principio establece que el cuerpo humano tiene una capacidad limitada de tolerar las fuerzas de impacto que ocurren en un choque sin sufrir heridas. 

      El tercer principio sostiene que la responsabilidad sobre los siniestros y sus consecuencias es compartida. El funcionariado público2 (miembros del Gobierno, legisladores, policías), el personal técnico (profesionales del diseño, de ingeniería), el personal de salud (profesionales de medicina, enfermería, paramedicina) y las distintas personas usuarias de la vía pública (por ejemplo, automovilistas, peatones, ciclistas) son corresponsables cada vez que se pierde una vida. En síntesis, la seguridad vial involucra al sector público, al sector privado y a toda la ciudadanía

       El cuarto principio sostiene que el enfoque sobre la seguridad vial debe ser proactivo. Deben superarse los enfoques que intentan remediar los problemas de manera reactiva, es decir, una vez que ocurrieron. Las partes del sistema deben fortalecerse de manera conjunta para que, en caso de que alguna falle, las personas continúen protegidas. Un enfoque proactivo trabaja sobre todas las partes del sistema con el objetivo de generar capas de protección a distintos niveles antes de que los eventos ocurran. Las capas incluyen el factor humano, los mecanismos de protección pasiva y activa de los vehículos y de la infraestructura vial, las velocidades de operación y los servicios de emergencia. 

      Finalmente, desde un punto de vista ético, un enfoque basado en la promoción de un sistema seguro considera que las muertes ocurridas en el tránsito son inaceptables.

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